FRANCIA.- La cumbre del G7 subrayó este domingo su inquietud por las tensiones comerciales, que suponen una amenaza para el crecimiento económico global, una preocupación ante la que el presidente de EE.UU., Donald Trump, solo pudo contraponer un limitado nuevo acuerdo comercial con Japón.
Con la economía mundial en plena ralentización y la amenaza de una recesión en Alemania y el Reino Unido, en parte debido al incremento de la tensión comercial del último año entre EE.UU. y China, pero también por la amenaza de un “brexit” sin acuerdo, esta cumbre de Biarritz tenía como objetivo buscar alguna forma de tregua.
Ahora mismo hay “enormes riesgos económicos en el mundo por las tensiones comerciales”, reconoció claramente la canciller alemana, Angela Merkel, en unas declaraciones.
Merkel recalcó que Alemania quiere en primer lugar “que haya un acuerdo lo antes posible sobre la Organización Mundial del Comercio (OMC), que debe reformarse y potenciar su papel como árbitro” de estos conflictos.
La tensión comercial, alimentada especialmente por Trump y sus sanciones y aranceles a China, pero también con amenazas a la Unión Europea y otros países, protagonizó la primera sesión de la cumbre de este domingo.
A pesar de que la discusión fue positiva, con una “maduración en los temas”, como la reforma de la OMC, “sería ir muy lejos decir que hay un acuerdo” en este asunto, reconoció un destacado funcionario de la Unión Europea.
La conversación se centró en China, después de que Trump protagonizara el viernes una nueva escalada en el conflicto. En la sesión, los líderes del G7 hablaron sobre “evaluación, análisis y objetivos” del proceso, precisó el funcionario europeo en declaraciones a la prensa.
Convinieron en que “China es una amenaza sistémica, que supone un desafío en término de distorsión del comercio”, pero “no hay acuerdo sobre cómo lidiar con China”, añadió.
Para Merkel, se trata de encontrar soluciones sobre China “en las que todos los países se beneficien. Eso es posible y ganaremos todos”.
La cuestión de China está aún más en las mentes de los líderes reunidos en Biarritz tras el agravamiento del conflicto del pasado viernes, cuando Pekín dijo que aplicará aranceles de represalia contra EE.UU. y Trump replicó incrementando otros dos aranceles ya anunciados y que aún no habían entrado en vigor.
Además, el presidente estadounidense avanzó que podría invocar la Ley de Emergencia Nacional de 1977 para pedir a las empresas de su país presentes en el gigante asiático (que es también el mayor mercado del mundo en muchos sectores) que lo abandonen.
Este domingo, Trump aseguró que los demás miembros del G7 no le han pedido que frene la guerra comercial con China, aunque reconoció que tiene dudas sobre todo lo que hace.
“Nadie me ha dicho eso”, respondió el presidente estadounidense a una pregunta acerca de si sus aliados del G7 le han presionado durante la cumbre para que ponga fin a la tensión con el gigante asiático.
Trump, en unas breves declaraciones a la prensa tras reunirse con el primer ministro británico, Boris Johnson, reconoció que tiene algunas “dudas” sobre sus decisiones sobre China, ya que duda “sobre todo”, y apostó por continuar el diálogo con Pekín.
Poco después, la Casa Blanca precisó a través de portavoces y asesores que las “únicas dudas” de Trump consisten en “si debía haber sido incluso más duro con China”.
Johnson, por su parte, dijo este domingo sentado frente a Trump: “En general, estamos a favor de la paz comercial”. Y señaló su oposición, en principio, a la imposición de nuevos aranceles.
Mientras la tensión comercial con China oscila con los altibajos verbales del inquilino de la Casa Blanca, este anunció junto con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, el final de las negociaciones de un nuevo acuerdo comercial bilateral, aunque parece que de alcance limitado.
El acuerdo se centrará en agroalimentación, industria y comercio digital. Trump se esforzó en destacar la importancia en el primer capítulo, después de que buena parte de las represalias chinas contra EE.UU. se han centrado en productos agrícolas y ganaderos, especialmente el maíz.
Trump aseguró que el nuevo pacto comercial, que debería firmarse hacia finales de septiembre, permitirá incrementar las exportaciones estadounidenses a Japón por valor de “miles de millones de dólares”.
Son “muy buenas noticias para nuestros agricultores y ganaderos, señaló por su parte el Representante de Comercio Exterior, de EE.UU., Robert Lighthizer.
Pero el primer ministro Abe, aunque consideró que el acuerdo tendrá “un inmenso impacto económico” en los dos países, precisó que algunas compras, como las de maíz, son de “emergencia” por problemas de plagas en el campo nipón, lo que apunta a que serían únicamente temporales.
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