Berlín.- Un cuidador polaco, en prisión preventiva en Alemania desde febrero pasado por robar y matar a un hombre de 87 años tras haberle suministrado insulina, ha sido acusado de momento de seis muertes, tres intentos de asesinato y tres casos de lesiones físicas graves, informaron hoy la fiscalía y la policía.
El acusado, de 36 años y diabético, reconoció haber suministrado insulina a doce de sus pacientes -los casos que se han podido probar-, pero negó que su intención fuera matarlos.
Confesó, asimismo, haber registrado las viviendas de sus pacientes en busca de objetos de valor.
Tres de las muertes se produjeron en Baviera y las otras tres en Schleswig-Holstein, Baden-Württemberg y Baja Sajonia.
De momento la fiscalía y la policía han podido precisar hasta 68 localidades en las que el cuidador, Grzegorz W., prestó sus servicios, por regla general por un período muy corto, aunque han solicitado la colaboración ciudadana para determinar dónde más pudo haber trabajado en toda la geografía alemana.
El primer caso probado de suministro innecesario de insulina con consecuencia de muerte se remonta al 12 de abril de 2017; las otras cinco muertes se produjeron el 06, el 26 y el 30 de julio de ese mismo año y el 17 de enero y el 12 de febrero de 2018.
Este última muerte, la de un anciano de 87 años en la localidad de Ottobrun, cerca de Múnich, fue la que destapó el caso y llevó a la detención del enfermero.
La autopsia confirmó las sospechas contra el cuidador, quien reconoció haberle suministrado insulina al octogenario a pesar de no ser diabético.
El acusado trabajaba en Alemania desde mayo de 2015 como cuidador sin titulación de enfermero y viajaba frecuentemente a Polonia, donde tenía fijada su residencia.
Según publica el diario regional “Merkur”, el sospechoso ya había cumplido varias penas en su país antes de recuperar la libertad en 2014, principalmente por delitos contra el patrimonio.
Este mismo mes, un enfermero alemán, condenado ya a cadena perpetua en 2015 por dos asesinatos y tres intentos de asesinato, se confesó culpable de la muerte de hasta cien pacientes, cifra que podría ser aún mayor, puesto que hay indicios de otros posibles crímenes del procesado.
Los crímenes de Niels Högel, considerado el mayor asesino en serie de la historia criminal alemana desde la Segunda Guerra Mundial, salieron a relucir en verano de 2005, tras ser sorprendido por una compañera de trabajo cuando envenenaba a un paciente.
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