Cada semana en el Instituto Nacional del Cáncer Rosa Emilia Sánchez Pérez de Tavares, perteneciente a la red pública de salud, se ve obligado a suspender entre 15 y 20 cirugías por falta de camas donde ubicar pacientes tras el postoperatorio, mientras en su área de emergencia los pacientes tienen que esperar hasta que se vacíe una cama.
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